Flor de Santiago, magia de la naturaleza en Toulouse

La Iglesia de los Jacobins, en Toulouse, acogió el pasado 30 de mayo la presentación de la Flor de Santiago impulsada por la arquitecta e investigadora Ruth Varela.

El magnífico escenario seleccionado por la arquitecta compostelana para la exhibición de esta joya de la naturaleza es célebre por la elegante bóveda que cubre por completo su cabecera: el Palmier —la Palmera—, una bóveda nervada que brota de un único pilar y asciende hasta 28 metros de altura. Y precisamente fue bajo la sombra de esta Palmera, concebida originalmente como un gran “árbol de la sabiduría y de la fe”, donde la arquitecta decidió colocar una delicada composición de hermosísimas flores rojas que atraían la atención del espectador.

A la singular elección del escenario se sumó la elaboración de un exquisito proyecto de arquitectura efímera centrado en acentuar la riqueza espacial de la iglesia, junto a la belleza y el simbolismo de las flores. Además de una delicada puesta en escena de la luz, trabajada con vaporosas veladuras y deliciosas variaciones de color, brillo y luminosidad, el proyecto integraba las flores en la narración iconográfica de la iglesia. No en vano la Flor de Santiago debe su nombre al parecido con la cruz de los caballeros de la Orden de Santiago, mientras que la Iglesia de los Jacobins fue la primera sede de la Universidad de Toulouse, acogió una capilla dedicada a Santiago el Mayor, y aun conserva las reliquias de Santo Tomás de Aquino.

En las mismas fechas en las que antaño los estudiantes acudían a este templo a honrar a Santo Tomás, su patrón, los visitantes de Jacobins pudieron disfrutar de una experiencia y una visión privilegiadas, gracias a la instalación de un gran mesado-espejo circular de 38 m2 colocado alrededor de la parte inferior del tronco de la Palmera. Una extensa superficie especular en la que de forma inesperada, al acercarse a ella, se veían reflejadas las flores, el espectador y la bóveda, cuya visión alcanzaba aquí los 28 metros de profundidad.

La exótica, solitaria y majestuosa Flor de Santiago se convirtió así en un hermoso himno visual, en una invitación a la contemplación, tal y como la entendía el filósofo Paul Tillich que sostenía que contemplar era ir “a la esfera de lo sagrado, a la raíz profunda de las cosas, a su campo creativo”.

Por último cabe resaltar que el montaje expositivo realizado en Jacobins ha recibido tres premios del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia y un reconocimiento en las XVIII Journées Européennes du Patrimoine, en Francia.

TEXTO: FDS

21/01/2009